sábado, 2 de febrero de 2008

Esoterismo

Schwaller de Lubicz, gran estudioso del esoterismo, señala que el esoterismo no tiene nada que ver con un deseo de secretismo, sino que es el «estudio» de la manifestación o aspecto espiritual del mundo; algo que resulta inalcanzable si sólo disponemos de la herramienta de nuestra inteligencia cerebral.

La enseñanza esotérica es una especie de evocación, y por eso no habría que buscar en un determinado texto esotérico un sentido oculto, ya que todo se resume en un estado de fusión, de comunicación profunda, entre el autor de ese texto y el lector. Así pues, la iniciación esotérica –al margen de los ritos particulares que puedan existir y llevarse a la práctica en una determinada escuela – no estriba ni más ni menos que en «una cultura de la inteligencia del corazón». En este sentido, todos los grandes maestros esotéricos, ya se trate de iluminados, de profetas o, simplemente, de profundos conocedores del aspecto espiritual del mundo al que antes nos referíamos, no tratan de esconder nada sino que, por el contrario, se esfuerzan en mostrar la auténtica y oculta realidad de las cosas a los profanos.

Al mencionar «la inteligencia del corazón» estamos refiriéndonos a esa capacidad que tiene el ser humano de intuir aquellas verdades que se escapan generalmente al dominio del razonamiento. Por este motivo los textos iniciáticos y esotéricos no son, aparentemente, lógicos. Lo que pretenden es crear en el lector una determinada reacción que pueda ser el primer paso hacia un auténtico Conocimiento. Se diría que se trata de generar un impacto que eleve al discípulo del nivel primario de la razón.

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